Ejercicios de utopía

Ejercicios de Utopía

Comunidad ideal y ciudad perfecta, así como un no-lugar o estar sin lugar, la utopía atraviesa desde siempre espacios y tiempos sin perder su capacidad imaginativa, enseñando ya sea su dimensión concretamente constructiva como su carácter ambiguamente ilusorio.

Al contrario de toda imagen de lo existente, cristalizada en una concepción cerrada y determinada de lo real, la utopía, de hecho, vuelve a la dimensión de la “posibilidad” para lograr promover formas de pensamiento sobre la mutación y la contingencia, sobre la fragilidad y la caducidad, sobre el futuro y la esperanza, sobre lo provisional del presente y sobre el incumplimiento de lo humano, en un continuo intercambio entre sueño y realidad.

La utopía es intrínsecamente apertura e imaginación; es una espera sin llegada, una crítica de la pretendida dación de lo real y del ser como necesidad; es la promesa y la posibilidad que el ser humano tiene de salvaguardar sus oportunidades de hacer de sí mismo aquello en lo que es capaz de convertirse.

De todo eso hablan los videos de Luz María Bedoya, caracterizados por un movimiento incesante aun cuando muestran algo estático donde, indudablemente, parece que algo está por suceder. Es el caso de La barra, donde el cruce de un paisaje desierto se sucede en direcciones múltiples y contradictorias, sin un plan establecido, intentando resolver la tarea infinita de la fatiga humana causada por atravesar la vida y el mundo.

“¿Hacia dónde?” es la pregunta que se desenvuelve ante nuestros ojos y a la cual no contestan ni las figuras del video Dirección, en su pluralismo existencial y en su relativismo desconocido, ni la escritura enigmática del video El paracaidista, que aparece y desaparece en un ejercicio continuo de contingencia y de provisionalidad, de disolvencia e intangibilidad. Se trata de una obra jamás terminada, una presencia que al mismo tiempo es ausencia, un acto de Sísifo que empieza siempre de nuevo para no concluir jamás, no obstante una renovada energía vital que confirma el destino final del ser humano: la huella y el testimonio, la esperanza de un más allá y de un futuro, el deseo –quién sabe, inútil, pero no por eso menos real– del encuentro con lo otro que surge del video Muro. El ser humano es capaz de la utopía porque ambos son lugar del más allá, de la contradicción, de un final que busca la trascendencia y la universalidad de lo que es común: porque el desacuerdo histórico y efectivo sobre el contenido del bien y lo justo no excluye el acuerdo universal sobre la diferencia entre lo justo y lo injusto, entre el bien y el mal.

Carlo Altini 2012