Retrato de la utopía

Para la exposición Intervalo:trabajos a distancia, que presentaríamos en conjunto(ii) , Luz María Bedoya llegó a Porto Alegre trayendo fotografías digitales y algunas secuencias grabadas en vídeo de muro, proyecto que había iniciado en Dublin y Lima y al que integraría una tercera parte realizada en Porto Alegre.
En cada una de estas ciudades, la acción se desarrollba según un circuito metódico. Como primer paso, Luz María Bedoya creaba palabras a partir de la sintaxis del idioma local y, con ellas, elaboraba frases que resultaban verosímiles en sonoridad y construcción gramatical, pero carentes de sentido inteligible. A seguir, la artista partía hacia las calles en busca de pequeños agujeros existentes en los muros de la ciudad, donde insertaría los mensajes impresos en hojas de formato oficio, cada una conteniendo una frase en el “falso idioma”. La acción proseguía: delante del muro, portando una filmadora en una de las manos y la hoja de papel en la otra, Luz María Bedoya arrugaba lentamente el mensaje hasta transformarlo en una bola de papel que sería introducida en el agujero, tapándolo completamente. La escena era filmada por la propia artista, que, luego, fotografiaba el resultado. Entre Dublín, Lima y Porto Alegre, decenas de muros recibieron mensajes en falso ingles, falso español y falso portugués, como resultado de las innumerables caminatas de la artista en busca de sus agujeros.Cuando Luz María definió muro como el trabajo que presentaría en Porto Alegre, todavía no tenía claro como se resolvería todo en la exposición. A cierta altura, le escribí sobre mi reticencia frente a la idea de exponer mis propios trabajos, temiendo un arreglo espacial de elementos que en nada correspondían a lo que venía produciendo recientemente.

Ante mi determinación de “disponer” mis trabajos en la galería en lugar de exponerlos, ella me respondió:

(…) hablabas de la palabra ‘disposición’ y creo que ahí está la respuesta. Tanto Diluvio(iii) como parte de mi trabajo reciente funcionan en su discurrir, en su ejecución, y lo único que hay por hacer en la galería es ‘disponerlo’, integrar sus vestigios al espacio cerrado. No pretender ‘exponerlo’ como objeto estético, sino ‘disponerlo’ como vestigio de pensamiento. Usar el espacio de la galería como se utiliza el espacio de un libro.

 

(…) por momentos me pregunto: ¿qué hago viajando hasta Porto Alegre para insertar mensajes imposibles en las paredes? ¿qué hace María Helena sumergiéndose en medio de un canal en medio de la ciudad e invitando gente a hacer lo mismo? ¿tiene algún sentido todo esto? Tal vez lo maravilloso es que el sentido es casi inexistente, y que nos podemos dar el lujo –esos son los verdaderos lujos de la vida- de hacerlo(iv).

 

Su despojamiento transmitía el entusiasmo de quien vive un proceso potente y desconocido en su totalidad, pero al mismo tiempo, madurado en una dirección segura.

Creo que el acierto artístico de un proceso como muro está directamente ligado a su estructura abierta.

Una colección de frases, un conjunto de fotografías de calles y muros de puntos distantes entre sí, sumados a un vídeo en que se veía un mismo gesto repetido hasta la exhaución, componían el material de Luz María Bedoya para la exposición.

La idea de organizar estos elementos en un montaje parecía excesiva frente a una estructura de trabajo tan concisa. ¿Qué hacer con las fotografías, frases y vídeo? ¿Transformarlos en una instalación? ¿Exponerlos como documentos?

La primera posibilidad sonaba como un artificio de exposición, luego dejada de lado. La segunda parecía improbable dada la naturaleza del material que se tenía en manos. En muro, las fotografías y filmaciones no tenían como única finalidad documentar el conjunto de acciones. Por el contrario, su papel era estructuralmente artístico. La manera como la artista conducía su acción en las calles evidenciaba bien la importancia de la imagen en su trabajo: durante la inserción de mensajes en los muros, Luz María Bedoya observaba y conducía sus gestos a través de la cámara de vídeo, de manera que el movimiento natural de arrugar una hoja de papel e insertarla en una grieta, ya nacía como imagen. De la misma manera, el registro fotográfico era parte estructural de muro al establecer una relacion de complementariedad con el vídeo. Determinada a registrar ciertas secuencias y cortes siguiendo pasos simples, pero meticulosos, repetidos en cada pared y en cada muro, la fotógrafa Luz María Bedoya comunicaba la dimensión vacía, monótona y banal de la calles de ciudades tan distintas. Es por la imagen que intuimos lo ‘siempre igual’ de muro, la delicadeza de las situaciones triviales que presenta; es la imagen la que nos vincula con ese gesto de comunicación incompleto. Por todo esto, una tercera hipótesis – la de estar delante de un trabajo circunscrito a la acción desarrollada en las calles – tampoco parecía probable. Era fácil constatar que muro trascendía las intervenciones y la interesante reacción de los transeúntes que encontraban los mensajes. Había una diseminación de mensajes en varios niveles, desde las frases en falsos idiomas insertadas en los muros, hasta las imágenes fotografiadas y filmadas. En relación a este último conjunto el problema era: ¿cómo traerlo a la sala de exposición?

La alternativa encontrada por la artista – proyección de vídeo acompañada de la presentación de fotografías en un pequeño libro, relacionando imágenes y frases envueltas en el trabajo – pareció solucionar el impasse de transferir el delicado universo de muro a la galería, sin resumirlo a esa nueva circunstancia, sin arreglarlo artificialmente, ni tampoco transformar sus partes en documentos.

Y si no se diese la oportunidad de una exposición, nos preguntamos, ¿qué otros destinos podría tener este trabajo?

Dejamos la galería con la intuición de que el vídeo y el pequeño libro – en cuya tapa de papel crudo se leía la inscripción ‘muro’ en letras minúsculas incoloras – podrían también estar disponibles en una biblioteca, en un archivo de acceso público, o quien sabe, aun enviados por correo a un amigo, sirviendo con la misma integridad al propósito de diseminar el pensamientomuro.

Maria Helena Bernardes

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(i)Texto extraído del ensayo Retrato da Utopia, publicado en A fotografia nos processos artísticos contemporâneos (org. Maria Ivone dos Santos y Alexandre dos Santos, Porto Alegre: UFRGS, 2004, p. 192-203). La presente versión fue revisada por la autora para su publicación en La trama e l’ordito, catálogo del pabellón Italo-Latinoamericano para la 51 Bienal de Venecia, en mayo de 2005.

(ii)Exposición realizada por Luz María Bedoya y María Helena Bernardes en la Galería Obra Aberta, en Porto Alegre, en noviembre de 2002.

(iii)Encontro no Intervalo: Dilúvio, en colaboración con André Severo, Porto Alegre, agosto de 2002.

(iv)Carta fechada el 11 de setiembre de 2002.