200 millas contra el Renacimiento
200 Miles Versus the Renaissance

200 millas contra el Renacimiento (2008)

O línea de horizonte o punto de fuga. Tenemos que elegir. Algo paradójico aparece cuando pienso que el mar peruano tiene una extensión de 200 millas desde la costa hacia el oeste, y sin embargo solo veo una línea horizontal que corta el paisaje en dos. Ese fondo soñado infinito se comprende allí como bloque o masa de agua, pero difícilmente se comprende como profundidad. La idea renacentista de que podemos conocer las cosas, los seres, a nosotros; se apoya en el invento de la perspectiva geométrica (un punto de fuga y la confluencia de objetos alineados a escala en dirección a él / una suma de ilusiones: ilusión de unicidad, ilusión de jerarquía, ilusión de destino). Y de esta ilusión es que está amamantada la condición óptica de la fotografía, un único punto de vista controlador y oculto (el ojo que mira es uno que nadie ve), un juego de lentillas que definan un ángulo de visión y una cámara oscura que reciba el secreto. El truco para la formación de una imagen que represente el exterior al interior de la cámara es que los rayos de luz viajan en línea recta. Pero estoy en la playa y hace tiempo se supo que representar no es privativo de un saber y además que saber no garantiza nada y también que la jerarquía es más bien peligrosa. Entonces la línea del horizonte con toda su monotonía y rigidez produce la única traslación admisible, el nunca estar seguro de donde comienza y donde termina su trazo. Quién sabe el horizonte sea una cinta reversible girando sin parar alrededor del mundo. En ese momento encuentro olas, espuma, nubes y arena y pienso que debo hacer un dibujo a-perspectivado sobre todos ellos, que quizás sirva de eco, sea contrapunto, los cancele, o sea solo una cosa flotante entre el ojo y el lugar que se mira. Busco un vidrio cristalino con la virtud de dejar pasar la luz pero detener las cosas (en realidad el sujeto principal de 200 millas contra el Renacimiento es un vidrio que sin ser invisible no se ve), y sobre él persigo lo que está o se mueve a pesar del horizonte.

 

200 Miles Versus the Renaissance (2008)

The horizon or the vanishing point: we must decide. Something paradoxical happens when I think of how the Peruvian marine territory extends 200 miles from the coast to the West, and yet all I see is the horizon that cuts the landscape in two. That dreamed-of infinite backdrop is comprehended there as a block or a mass of water, but its depth is disregarded. The Renaissance idea that we can know things, beings, ourselves, is based on the invention of the geometric perspective (a vanishing point and the diminution of objects in scale, aligned in the direction of this point / a sum of illusions: illusion of unity, illusion of hierarchy, illusion of destination). And it is this illusion that nurses the optical condition of photography, a single hidden and controlling point of view (the gazing eye is one which nobody sees), a series of lenses that define an angle of vision and a camera obscura that receives the secret. The trick of forming an image that represents the outside inside the camera is that rays of light travel in a straight line. But I am on the beach and for a long time now we have known that representation is not particular to knowledge, and that knowledge does not guarantee anything, and that hierarchy is, in fact, rather dangerous. Thus, the horizon in all of its monotony and rigidity produces the only admissible movement, that of never being sure where its line begins and where it ends. Who knows if the horizon is a conveyor belt spinning endlessly around the world? At that moment, I find waves, foam, clouds, and sand, and I decide that I need to create a perspectiveless drawing of all of them, which may act as an echo or a counterpoint, canceling them out, or merely floating between the eye and the point being gazed at. I am seeking a piece of glass marked by the virtue of simultaneously letting the light shine through, while stopping things (in fact, the main subject of “200 Miles versus the Renaissance” is a piece of glass which, while not invisible, cannot be seen), upon which I chase with colored markers and shaving cream all that exists or moves in spite of the horizon.