Subir al cielo es horizontal

De todas las fotos posibles que Alexandra Colmenares puede hacer para su primera exposición individual, ella hace esta:

Entra a un lugar de paredes y techo blancos y un piso gris.

La nada a la que ingresa (una cáscara arquitectónica que bordea un vacío), enseguida se moviliza.

El hecho es invisible pero sucede.

Miles de partículas microscópicas cambian de posición en el espacio, suben, bajan, flotan, se posan, escapan.

Es el polvo de Lima.

Ella no lleva una cámara. Ella es la cámara, ella es la película, es el soporte.

Entonces, vestida con una camiseta blanca, se tiende en el suelo y comienza a reptar.

Cara al piso, de espaldas, de lado, hace un ejercicio tenso de limpieza y captura.

Su deslizamiento es la mirada que fija; su peso es la luz que presiona una materia sensible y la marca.

Minúsculo y leve, el polvo, esquivo a la mirada, se hace imagen. Anota que el vacío también tiene un pasado.

¿Hay algo más fotográfico que un cuerpo que es a la vez ojo, paneo, emulsión, huella, tiempo? ¿Existe mayor despojo que abandonar los medios para ser uno mismo, a pelo, el objeto, el proceso, el filtro, el resto?

¿Es posible hacer una foto con nada?

Es posible.

Es posible, es bello, es áspero, como resistir.